martes, 11 de diciembre de 2007

Jornalero de casino


Me permito la licencia de comentar este estupendo artículo del escritor Bilbaíno JUAN BAS. En el cual expone una percepción muy personal de lo que conocemos en el argor del jornalero de casino, que se limita a vivir del juego dignamente sin mas pretensiones. Me recuerda vivamente a un personaje de la estupenda pelicula protagonizada por Matt Damon y Edwar Norton, que en contraposición a los protaginistas, se limita a vivir bastante bien del poker...



Pubicado en EL CORREO el 9 de mayo de 2007.
ARTÍCULOS
Jornalero de casino
JUAN BAS j.bas@diario-elcorreo.com/

Conocía a uno de vista. En una época en la que iba al casino con cierta asiduidad, me lo encontraba siempre, al pie de la ruleta, a la hora que apenas hay gente y podía llevar a cabo con más comodidad su paciente trabajo de hormiga de la apuesta.Se les llama así en el argot del juego, jornaleros, porque van todos los días al casino y juegan siempre del mismo modo: una ficha mínima -de dos euros con cincuenta- en cada una de las apuestas en las que juegas casi a la par con la ruleta -puede salir el cero- y si ganas te llevas la misma cantidad que has puesto. Es decir, a par e impar, rojo y negro, pasa -del 1 al 18- y falta -del 19 al 36-. De este modo, juegan el tiempo que sea necesario hasta ir arañando poco a poco, si les va bien, la modesta ganancia del día. En concreto, el jornalero que solía observar se marcaba un tiempo breve y medido con un peculiar reloj: lo que tardaba en fumarse un purito barato. Cuando al llegar a la colilla las cosas no le habían ido como esperaba, para prolongar el juego podía llegar a sostener con las uñas una piltra de pequeñez inverosímil, hasta que no quedaba nada que fumar y se iba.Lo del jornalero de casino me sugiere una melancólica alegoría de unas determinadas formas de entender y afrontar la vida. La de quien no se ha atrevido a apostar por realizar su vocación, de incierto resultado, y se ha conformado con un trabajo seguro que no tiene nada que ver con lo que quería y que detesta día tras día.La del rutinario por simple abulia, dejadez mental y vagancia existencial, que ve en la tele lo que den y no le importa pillar una película a la mitad. Que no es capaz de decir a su pareja que no soporta ya acudir a las comidas de los domingos en casa de los padres de uno o de otro. Y que los únicos 'amigos' que frecuenta, con los que no habla más que de lugares comunes que no ofenden a nadie, pero tampoco interesan, y se excluye cualquier conversación personal, son sus compañeros de trabajo o los del bar habitual que está al lado de casa, aunque no aguante a la mitad de ellos.O la del que no luchó por la persona a la que realmente amaba porque hacerlo le llevaría por el lado peligroso o podría partirle el corazón si salía mal, y unió a su vida a alguien a quien tiene mucho cariño y con el que se aburre.La seguridad de apostar una ficha al rojo, otra a impar y otra a pasa, en vez de apostar las tres sólo al 19 rojo, porque haciéndolo de ese modo es difícil perder las tres a la vez, como sucederá seguramente con un único número. Pero, también, con la imposibilidad de que le salga un pleno, gane treinta y cinco veces lo que ha apostado y sienta el vértigo incomparable de vivir con plenitud.

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